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Bárbara Kruguer

  • Foto del escritor: MUSAS, cambiando el Arte
    MUSAS, cambiando el Arte
  • 15 mar 2019
  • 6 Min. de lectura

Después de haber estado en la Syracuse University, la escuela de Artes Visuales, y de estudiar arte y diseño en la escuela de diseño Parson’s en Nueva York, Barbara Kruger obtuvo un trabajo en Condé Nast Publications. También trabajaría para la revista Madmoasielle, y ocuparía pronto el lugar de cabeza del área de diseño antes de trasladarse a California en 1976 para dedicarse al arte y a la poesía.




Barbara Kruger trabajó como diseñadora gráfica, directora artística y como editora de imágenes en el departamento de arte de las revistas House and Garden y Aperture entre otras. El trabajo artístico que hoy conocemos de Barbara Kruger se vio muy influenciado por sus experiencias creativas en el campo del diseño. La artista interpreta y trabaja sobre documentos fotográficos ya existentes con textos sucintos y agresivos que envuelven al espectador en la lucha de valores cotidianos predeterminados por el ámbito socio-cultural.

Barbara Kruger, además de ser artista y diseñadora, estuvo enseñando en diferentes lugares de prestigio como el Instituto de Arte de California, el Instituto de Arte de Chicago y en la Universidad de California, en Berkeley.

Los primeros trabajos artísticos de Barbara Kruger fueron obras hechas con materiales textiles. Estamos a finales de la década de los ´60, y justamente en ese momento el arte feminista se desenvolvía en una estética y en una política cercana a la artesanía, como lo era el mundo de la artesanía textil.


La obra de Kruger, desde su madurez, es interdisciplinar y comprende tanto la escritura y la imagen, como el diseño y la edición. Destaca por sus criticas focalizada en películas, televisión, música y cultura pop.

Barbara Kruger en su obra propone preguntas sobre algunos temas de nuestro entorno socio-cultural como los estereotipos, algunas situaciones que se crean en la sociedad, realidades políticas, y cuestiona el poder, la sexualidad y la representación.




La artista con su obra intenta ir en contra de prototipos y determinadas representaciones para acoger a un público femenino dentro del mundo patriarcal, como también lo es el mundo del arte. Pretende hacer pensar en quiénes guían la imagen femenina, los placeres de las mujeres, sus carencias y sus relatos. Barbara Kruger se posiciona del lado de lo que no se ve, de aquello que está excluido por lo evidente y afirma “pretendo alterar las austeras certezas de las imágenes, la propiedad y el poder”


A principios de la década de los '70 todavía realizó algunos trabajos con materiales y técnicas textiles. Estas técnicas de origen decorativo se asociaban al trabajo manual de las mujeres y en esos años ciertas artistas feministas las reivindicaron en el mundo del arte. Sin embargo, el trabajo de esta artista se dio a conocer después de esta primera etapa, cuando empezó a trabajar con material fotográfico y texto. El suyo fue y sigue siendo un trabajo muy influenciado por su formación como diseñadora


En estas obras la artista empezó a utilizar el lenguaje de la propaganda, directo y cortante, pero desde otro punto de vista que el de la publicidad: el de crítica al control de la élite cultural y de poder. Con estas obras Kruger se enfrenta a la cultura dominante y hace que aquellos que lean sus mensajes también se vean en el papel de reflexión. En 1975 su obra artística empezó a ser diferente, adquiriendo cierto valor de abstracción, pero este fue solo un corto periodo de experimentación. Barbara Kruger en este momento se replanteó su proceso creativo y lo que significaría “llamarse a sí misma una artista”.


Los 4 años siguientes le sirvieron para construir su metodología de trabajo y su identidad como artista. En este periodo dio clases en algunas escuelas y en algunas universidades del país. A finales de la década de los 70 tenemos algunos trabajos de transición de la artista de collage de texto superpuesto sobre imágenes. Algunas de las frases escritas en estas obras fueron: “Perfect” “Not perfect”.


En los años 80 su obra empezó a ser parte de la esfera comercial del arte. Entrar a formar parte del mundo del arte, desde el punto de vista comercial, hizo que la artista recibiera críticas porque ella misma criticaba esa sociedad de consumo.


En una charla con Carol Squire afirmó, que al introducir sus obras en galerías famosas, no pretendía crear contradicciones, sino ser parte de ese mecanismo de expansión que es el mercado y dijo: “Empecé a entender que fuera del mercado no hay nada”. Esto significaba que ningún objeto, ya sea una mesa o un lápiz, está fuera del mercado. Por lo tanto, ser parte del mercado significaba ser parte del engranaje, lo cual resultaba ser una estratagema más para difundir su obra.


Los eslóganes más conocidos de algunos de sus trabajos son: “Your body is a battleground” (tu cuerpo es un campo de batalla) o “I shop therefore I am” (Compro, luego existo). Gran parte de sus textos interrogan al observador sobre feminismo, clasismo, consumismo, autonomía individual y deseo. De todas formas, el arte de esta artista está fuera del movimiento feminista de los ´70 y de los sucesos que en esos años dieron visibilidad al trabajo de mujeres artistas.


En los 80 el trabajo de Kruger se sometió a un profundo cambio respecto a los movimientos feministas. En la generación creadora de Kruger el género se empieza a entender como una “construcción producida a través de la representación” más que como una condición natural.


Siendo una construcción se podía deconstruir y cuestionar. En este sentido, el trabajo de Kruger empezó a tener mucha contundencia. Referentes importantes de la idea de construcción de género fueron escritores/a como Foucault, Baudrillard, Kristeva, Lacan y Derrida. La sátira empleada en la obra de Kruger invita al debate y a la reflexión. El arte del concepto abrió camino a lo que después se conocería como la instalación artística y el performance.




La idea de existir a través del consumismo, y de la propia mujer consumiendo una imagen que le dictan: maquillaje, cuerpo perfecto, vestidos, zapatos, tinte de cabello, lujo y frivolidad; es una de las perspectivas erróneas que se observan en diferentes medios como la televisión, la publicidad y las revistas. Sí, todavía se conservan las ideas del objeto de deseo, el sexo débil, la personalidad superficial y poca inteligencia.

La producción de Kruger intenta finalizar con este discurso en donde la figura masculina, el dominio y el poder se convierten en sinónimos, lo que conlleva un importante compromiso social. Llama la atención que esta contra-campaña no solo defienda la imagen de la mujer a los ojos del género opuesto, sino también busque erradicar del propio género femenino la idea del deber ser según los parámetros de los mencionados estereotipos, que se vinculan más con la apariencia y menos con la mente y el interior.


De igual modo, la identidad e imagen de la mujer tampoco deben asimilarse a través de estereotipos establecidos por los medios de comunicación y la sociedad, pues son mucho más complejas que la falsa idea de la muñeca plástica o la esposa resignada. Es momento de concientizar profunda y seriamente sobre la mujer, e identificarla con el valor, la inteligencia, la fuerza y la capacidad que tiene para desarrollarse en las distintas áreas en las que participa y deje de ser percibida, por fin, como un género que se compra, o que consume y luego existe.


El emblemático logo de la marca -un rectángulo rojo con letras blancas que dicen “Supreme”- está prácticamente en todas las piezas que produce. Pero tal vez deberías saber que la estética de la marca está “inspirada” (plagiada) en la obra de la artista visual estadounidense Barbara Kruger. Supreme también usa íconos e imágenes de la cultura pop -como Coca Cola. Ambos usan la apropiación de nombres, identidad o elementos visuales populares de forma no autorizada por los creadores, entonces ¿por qué es tan importante la apropiación de Supreme a Kruger? Ella no está preocupada por el plagio porque, al final, su arte también parte de la apropiación de elementos de la cultura pop. No le pertenece ni la tipografía ni los elementos.

Kruger usa la apropiación de elementos de la cultura pop, pero lo hace inspirada en una crítica y subversión visual de la opresión sistemática. En cambio, Supreme usa la apropiación del proyecto crítico de Kruger pero no lo usa en un sentido crítico, sino que lo convierte en una marca, en una mercancía. Supreme toma un proyecto que es resultado de una estrategia subversiva y lo convierte, de nuevo, en una mera etiqueta

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