Marina Abramovic
- MUSAS, cambiando el Arte
- 15 mar 2019
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Marina Abramović ha conseguido la repercusión y reconocimiento mundiales gracias a sus performances repletas de fuerza y significancia donde su propio cuerpo y figura son a la vez arte y artista. Gracias a sus actuaciones convirtió en normal algo que era extraordinario, unir las palabras “mujer” y “arte” como algo cierto. Gracias a ella se ha dado visibilidad a la mujer y lo femenino dentro del ámbito artístico que lleva años tratando de mitigar su carácter sexista.

Lleva más de 40 años realizando performance, donde su piel es el acontecimiento propio de su realización, donde ella misma se ha convertido en artista, arte y obra, y donde ella misma experimenta los resultados y las interacciones con el público. Pese a que no es la primera mujer que ha decidido sumergirse en este tipo de representaciones artísticas, es quizás aquella que ha causado mayor repercusión siendo, actualmente, el mayor referente en cuanto a lo que a performances se refiere.
A través de sus performances, ha realizado una verdadera experimentación creativa dando lugar a un discurso y a una identidad propios del arte postmoderno. Este es un género artístico que trata de identificar y superar los límites y el propio control del cuerpo humano, así también como con el público participante. Se superan de esta manera los estándares del arte convencional basadas en la relación sin apenas interacción entre el sujeto y el objeto. Abramović, ha utilizado su cuerpo como propio sujeto y medio de comunicación de su obra, de manera que rompe con el carácter estático y la idea de temporalidad propias de las compresiones estéticas artísticas habituales, ampliando las fronteras de la compresión.
Según la propia artista, en sus performance, realiza un intercambio emocional con el público, de manera que se convierte en una pieza más de la obra, sin la cual esta no tendría sentido debido a que las diferentes interacciones e interpretaciones son las que generan la experiencia transformadora del arte.
Marina Abramović nace en 1946 en el Belgrado de la desaparecida Yugoslavia, nieta de un patriarca de la iglesia ortodoxa e hija de partisanos, comienza sus estudios de Bellas Artes en la propia Belgrado en 1965. En su juventud destacó por demostrar una actitud diferente, atrevida, provocadora y trasgresora. Tras un breve paso por Croacia, volvió a su ciudad natal donde finalizo sus estudios en 1970.
Ya desde sus comienzos, Marina, tendría claro como su cuerpo sería el instrumento a través del cual desarrollaría su arte, así entre el ‘73 y el ‘74 comienza su relación con el Body Art. En esos años experimenta con los límites de su cuerpo, a través del dolor físico, del sufrimiento y la automutilación, y también cómo afectaba al público que lo presenciaba, a sus reticencias morales. La automutilación será un tema presente a lo largo de su carrera, experimentada a través de muy diversas formas que incluyen, además de la violencia física, los efectos que produce sobre ella el abuso de fármacos y drogas.
Estas primeras performances se incluyen dentro de una serie denominada Rythm. En ellas reflexiona y experimenta a través de muy diversos temas y experiencias de carácter universal como el dolor, la muerte, los límites del tiempo, la conciencia o la experiencia, así como sobre los patrones de comportamiento de la mente. Una de sus performances más importantes, y quizás la más emblemática fue Rythm O (1974).
En esta performance, decidió que el público actuase sobre ella a su propia disposición, como si de una muñeca se tratase. Se pedía al público que interactuase con ella de la manera que quisieran, pudiendo utilizar una serie 72 objetos a su disposición de muy diversa índole, desde aquellos destinados al poder hasta los ideados para la violencia. Su idea inicial era realizar una reflexión sobre la confianza y el contrato social, pero acabó por sacar a la luz el lado oscuro del ser humano, su predilección por la violencia y la maldad. En ese sentido, presenció cómo a lo largo de las 6 horas en la cuales se mantuvo inmóvil, se fue incrementando el nivel de violencia que el público ejercía sobre ella de forma gradual. Su ropa fue arrancada, sufrió numerosas heridas, abusaron de ella sexualmente e incluso fue apuntada en la cabeza con una pistola cargada.
Esta experiencia sufrida con tan solo 28 años, no paralizo a la artista que continuó realizando performances con una idea clara e identitaria de su estilo, el carácter inclusivo y la constante apertura con los demás individuos. Abramović apuesta por la interacción emocional como modelo pragmático.

A partir de los años ‘80, sus obras comenzaron a contar con la colaboración de su pareja y también artista Uwe Laisiepen. Este tipo de performance estaban basadas en la combinación de sus cuerpos como una única unidad andrógina en cuyas acciones trataban de alcanzar los límites de las relaciones interpersonales. Algunas de estas son Imponderabilia (1977), A-AAA (1978) o Rest Energy (1980). En esta última, la pareja sostenía un arco y una flecha que apuntaban directamente al corazón de Abramović, la vida de la artista dependía de la fuerza de cada uno de ellos y, mientras esto sucedía, los latidos de sus corazones fueron grabados para conocer las reacciones de los propios artistas. Incluso la ruptura amorosa, emocional y colaborativa fue realizada como una performance The Lovers. (1988), donde cada uno de ellos recorrió de manera simbólica los dos extremos de la muralla china para encontrarse a mitad de camino donde se despidieron con un abrazo. El largo recorrido de 2000 kilómetros quiso simbolizar el cansancio y el agotamiento previos a la despedida.
A partir de los años 90 comenzaría su carrera en solitario, manteniendo su propio cuerpo como su principal herramienta de trabajo, pero desarrollando una evolución en la forma de sus performances.
Ejemplo de esta evolución es como en esta época empezó a incorporar en sus actuaciones distintos materiales como piedras preciosas, huesos o imanes que debían generar experiencia y energía a modo de rituales. Llegó a incluir interacción con animales como en Dragon Head (1990-1994) donde la artista permanecía inmóvil durante horas junto a pitones hambrientas. En 1997 recibe el León de Oro en la Bienal de Venecia, por Cleaning the Mirror, performance donde realizaba una crítica al horror de la guerra de los Balcanes. Para ello se situó junto a una montaña de 1500 huesos de ternera frescos y llenos de sangre, mientras se proyectaba imágenes de sus padres y cantaba canciones de su niñez. Es decir, mostraba un fuerte carácter de protesta político.
Sus obras han sido calificadas como vacías prácticamente de contenido, pero donde, sin embargo, encontramos una gran fuente de energía pura que permite elevar el espíritu del espectador.
Su última gran exposición fue la que tuvo lugar en el año 2010 en el MOMA de Nueva York bajo el título de The artist is present. Esta se basó en un recopilatorio de toda su carrera hasta el momento, que incluía 50 piezas de exposición, así como performances, videos, colaboraciones o fotografías. Durante los 3 meses en los cuales se mantuvo esta exposición, Marina Abramović, permaneció sentada, inmóvil, en el hall del propio museo por más de 700 horas, durante las cuales se permitió a más de 1800 personas que se sentasen frente a ella en silencio compartiendo el espacio. A través de esta interacción entre público y artista se demostraba la significancia de que su arte es ella misma, no tanto su producción, pero la idea de esta performance era demostrar como en una ciudad tan poblada como Nueva York existía una carencia comunicativa entre los cuerpos frágiles.
Su indudable éxito a nivel internacional quizás está afectando negativamente a la esencia de sus mensajes. A día de hoy encuentra dificultades para difundir y hacer entender sus mensajes, así como un importante número de diferencias en cuanto a los medios de comunicación y espacios expositivos. Su arte fue realizado en una época donde la digitalización era menor, así como la capacidad de difusión de la información, un mundo que no estaba sobre alimentado y era capaz de sorprenderse a través de las experiencias que se salían de lo común. Marina Abramović es la viva representación y mejor ejemplo de la importancia y evolución que han tenido las performances desde los años 70 hasta la actualidad, donde se está produciendo y es necesario una transformación en este tipo de arte. Esto le ha valido el sobrenombre de “La abuela de las Performances”
Las actividades de Marina Abramović a lo largo de toda su trayectoria han trascendido el plano artístico. Su obra es clave para entender cómo la performance se ha convertido en un fenómeno cultural y se ha constituido como uno de los principales lenguajes artísticos.
En una época donde el impacto de la tecnología está cambiando nuestra objetividad en cuento a la manera que tenemos de comprender el arte, la artista nos aporta una experiencia chocante. Sus representaciones son un proceso de práctica privada y a la vez colectiva que se basa en la comunicación humana no verbal. El radicalismo de sus producciones y su propia identidad no ha causado indiferencia entre en el público, pero tampoco dentro del propio ámbito artístico, siendo, autora y obra, una verdadera referencia e inspiración a escala mundial.
Abramović ha desarrollado un especial interés en la interacción de la ciencia y el arte a través de la experimentación. Esto ha llevado a la artista, no solo a participar en actividades artísticas, sino también en numerosas conferencias científicas y simposios que plantean los problemas de las capacidades físicas y mentales de una persona, el subconsciente, la percepción del tiempo, el estudio de sus propias acciones.
Ella es una pionera en la enseñanza del performance como una disciplina singular, desarrollando toda una metodología a seguir, estudiar sus ejemplos ha servido a artistas y espectadores como entrenamiento para desarrollar y aprender a apreciar el género artístico de las performances. La artista utiliza la dimensión de su propia personalidad en la cultura de masas para trasladar y difundir sus puntos de vista artístico-filosóficos, así como ideas reformadoras.
Marina Abramović se ha convertido en un personaje público a un nivel de la cultura de masas. La exposición retrospectiva realizada en 2010 por la artista “Marina Abramović. The Artist is Present” se convirtió en un evento cultural importante a nivel mundial que sirvió para presentar al mundo como a lo largo de sus más de tres décadas de historial artístico, ha sido capaz de cambiar la percepción del público con respecto a las performances. La artista incluso ha sido capaz de desarrollar toda una serie de ejercicios y métodos destinados a mejorar la concentración y la percepción de las personas, como forma a su vez de reforzar y revitalizar el espíritu “El método Abramović”. Estos ejercicios están siendo usados por un gran número de personas incluidas algunas de la talla de la cantante Lady Gaga, cuya experiencia la llevó a crear un instituto en Houston en el nombre de la propia artista serbia. Instituto Marina Abramović (MAI).

La transformación de Marina Abramović en ídolo confiere a la artista una repercusión mediática dentro del foco del panorama cultural, lo cual, incluso, en ciertos momentos ha supuesto un verdadero problema para ella. Su vinculación con la cultura pop a través de la moda hizo que se cuestionara la veracidad de sus acciones y saber si era posible la convivencia en el mass media con el misticismo de sus obras. Tal vinculación tuvo una repercusión negativa sobre las críticas a sus obras. La mercantilización de su figura y producciones está provocando la descontextualización de su significado, que no supone sin embargo la devaluación de la estima que se tiene sobre la artista y su importancia.
A pesar de la relevancia que ha alcanzado el género de performance y la fama mundial de Abramović como un personaje del arte y cultura popular, o factores como la combinación radical de su vida y arte, la plenitud cultural y la naturaleza provocativa de su lenguaje artístico, hacen complicado la percepción de sus producciones. A menudo, esta complicada combinación, ha llevado hacia interpretaciones contradictorias y reacciones agudas por parte del público. La falta del nivel necesario de comprensión del lenguaje del performance y el contenido teórico del término en los medios de comunicación y diferentes áreas de la cultura popular da lugar a una especie de conflicto entre el “significación” y el "significado".
El problema de la presentación y la percepción de una obra de arte no material, a largo plazo formó la base para conseguir un nuevo enfoque en la recepción de una performance propuesta por Abramović. Como ya hemos mencionado, la intérprete desarrolla un nuevo método especial de preparación para las prácticas de performance, mostrando su innovación y principios filosóficos dentro de la comunidad artística. Por otro lado, siguiendo los intentos tradicionales de los artistas reformadores, Abramović establece como objetivo transformar la sociedad moderna en su conjunto. En este sentido, el enfoque propuesto es la recepción por parte de la audiencia de los actos de larga duración, que está reflejado en el manual práctico "Método Abramović" y el concepto del centro MAI (Instituto Marina Abramović) para la preservación y el desarrollo del arte performance. Con esto pretende abarcar el campo artístico a la vez que el cultural al mismo tiempo.
Han sido numerosas las artistas que han seguido el desarrollo de la obra de Marina Abramović, en lo que se refiere a la experimentación con el Body Art., declarando, en considerables ocasiones, la capacidad que les aporta esta vertiente artística para abandonar sus Yoes, en referencia al género, origen, clase social y orientación sexual. De este modo, tienen más facilidades para adquirir nuevas identidades que representen el objetivo de la obra expuesta. Las performances, han enseñado a la sociedad cómo el cuerpo representado tiene un lenguaje particular que puede variar según el interés de la obra. El lenguaje no verbal, que se manifiesta a través del cuerpo, es capaz de ubicar a los espectadores en el contexto que envuelve la performance.
Abramović ha revolucionado los valores tradicionales en sus performances y ha generado una nueva imagen de la mujer que se aleja completamente de los estereotipos patriarcales. El carácter y el trabajo de la artista ha atraído masivamente a las personas, incluso, ha impulsado a que autoras como Irene Ballester tengan en cuenta el mensaje feminista de sus obras. Las obras de Marina Abramović son capaces de suscitar a un pensamiento de igualdad de género y de deconstrucción de estereotipos patriarcales tanto para las personas que se abren ante esta nueva visión como para las que la rechazan.
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